lunes, 4 de febrero de 2013

Atrapad al Ninja.



El ninja, ese perfecto desconocido cuya historia es un rosario de nombres y misterios misteriosos se popularizó a partir de los años 60 gracias a Michael Dudikoff, la Golan Globus, Bruce Lee y principalmente a una mitificación sobre sus aptitudes para la guerra que dieron como resultado una suerte de superguerrero invisibles cual Depredador que eliminaba a la gente con  nunchakus, cadenas y shurikens los cuales usaban con una destreza sobrehumana pues lo único que hacían era entrenar como bellacos el arte del Ninjitsu y según la ignorante cultura popular moderna  ni comían, ni dormían, ni copulaban, ni nada, solo matar silenciosamente.

 Si te llamas Scott Adkins puedes ser la clase de ninja que sea. 


 Conocidos como Ninjas o Shinobis, eran un grupo paramilitar de mercenarios que dominaban el asesinato, el espionaje, el sabotaje, el reconocimiento y la guerra de guerrillas para dar por culo desestabilizar al enemigo, artes en las que empleaban toda clase de armas, venenos, pócimas y disfraces.  Eran adversarios temidos y usados  sobre todo por los Samurais, cuyos fuertes códigos de honor les impedían atacar a lo perrilla y espiar a las chicas gentes, los reclutaban y adiestraban  desde las castas sociales más bajas para estos trabajos sucios.
 Sus orígenes son inciertos, aunque las fuentes más veraces los datan a partir del siglo VI de nuestra era hasta el comienzo del shogunato Tokugawa (1600-1868) siendo su momento estelar el periodo Sengoku (1467-1568).  



 La palabra ninja se usaba en el Japón feudal para referirse a los practicantes del Ninjitsu, que viene siendo más o menos “el arte de escabullirse” o “el arte del sigilo”. A partir de la II Guerra Mundial se volvió más recurrente pues era más fácil de pronunciar para los occidentales que shinobi o shinobi no Mono. Para aumentar su misterio y leyenda, en su propia casa ya no sabían ni cómo llamarlos y se les conocía según región y época de maneras diferentes siendo los más populares los nombres de Shinobi, Kanja, Rappa, Ukami o Suppa. Pero había más, muchas más había.  

 Como todo lo antiguo y sobre todo si es asiático, que te otorga un aire místico y zen cojonudo para ligar, el origen de los ninjas es algo espeso e incierto que según muchos académicos data de entre el 500 y el 300 antes de Cristo como una plagio adaptación de los preceptos del capítulo 13 de El Arte de la Guerra de Tsun Tzu, este versa sobre el espionaje y fue tomado como credo por algunos lunáticos para guerrear por ahí adelante y era conocido como Ninpo, si bien hasta el siglo VI después de Cristo el príncipe Shotoku no comenzó a usar el espionaje y las técnicas del Ninpo para espiar a las chicas buenas gentes del Japón. Otros directamente los datan sobre el siglo XV del Japón feudal más violento y cañero. Donde más falta hacían vamos.


Una racioncita de shurikens sabrosos.





Monje Komuso, habitual disfraz de los ninjas para pasar desapercibidos.
SHOGUNATO KAMAKURA (1192-1333)
 Minamoto no Yorimoto, del que no haré ningún chiste por obvio, ganó las guerras Genpei y se autoproclamó shogun en 1192, un shogun era el jefe del lugar, meándose incluso en el Emperador de lo largo que era su falo, estableciendo un gobierno militar que duraría 700 años durante los cuales, los ninjas vieron nacer su época dorada. En esos largos siglos, 25 fueron las escuelas para jóvenes aspirantes a ninjas que se crearon sobre todo en las provincias de Iga y Koga, que le echaron huevos a la más antigua de Japón, la Yoshitsune-Ryu, que junto con la escuela Kusonoki-Ryu sentaron las bases del ninja moderno enfocando sus actividades y enseñanzas al ataque directo, el espionaje y el ataque por sorpresa.  

 Fue entonces cuando el emperador Go-Daigo quería demostrar que él también era un chico grande  e intentó recobrar el poder en Japón y decirle a los Shogunes que su hombría era superior y todo eso. La consecuencia fue una larga guerra y que un ninja de los buenos le quemase el castillo de Hachimanyama por espabilado. En la crónica Taiheiki sobre el suceso hablaban así de la destacada actuación del Shinobi en cuestión “... la caída de éste castillo beneficiaría a los enemigos de la Corte del Sur[...] Una noche, bajo el cobijo de la lluvia y el viento, Hachimanyama fue alcanzado por un muy diestro shinobi que le prendió fuego al templo”. También se hace referencia en ese documento a otro acto de sabotaje por parte de un ninja al castillo Ototsu, solo que éste había sacado malas notas en la escuela y lo pescaron haciendo su fechoría. 


Japón bajo el terror de los monstruos. Guerras Genpei.






PERIODO SENGOKU (1467-1568)
Durante la guerra de Onin que desembocó en la turbulenta etapa Sengoku (Periodo de los estados en guerra) los ninjas vivieron una época decisiva ya que los poderosos terratenientes locales empezaron a usarlos en sus luchas de poder y así espiar, matar, sabotear y agitar a sus enemigos en sus propias provincias y casas.
 Takeda Shingen y Uesugi Kenshin, dos tipos importantes de la época y que se llevaban muy mal tiraron de ninjas asiduamente para espiarse y aquello debió de ser como la Securitate, ya no te podías fiar ni de tu sombra. En esta época se ganaron un gran respeto como profesionales del Ninjitsu transmitiendo sus grandes conocimientos de generación en generación.
 Como consecuencia de este afán y alentados por las leyendas y las exageraciones varias, los terratenientes o Daimyos del Japón comenzaron a cagar el kilo cada vez que escuchaban la palabra Shinobi y para defenderse de sus ataques silenciosos y sabotajes comenzaron a preparar sus mansiones y castillos con puertas secretas, pasadizos para la pronta actuación de los guardias o suelos en los que era virtualmente imposible no hacer ruido como el del castillo Nijo, invento al que se llamó “piso del ruiseñor”, tal era el temor a estos hábiles guerreros.
 Aparte y según el nivel de paranoia del Shogun de turno, se tomaban medidas extremas como vestir a los invitados con ropas sueltas que iban rozando en todos sitios y ralentizaban las acciones de quien los portaba. Con todo fueron pocos los Daimyos que se libraron de las intentonas de los ninjas y según muchos, lo propio era estar en compañía de un par de generales de confianza, incluso a la hora de hacer feliz a la señora… Me estoy empezando a hacer una idea de porque los japos son tan pervertidos. 


Nadie descubrirá mis malvadas intenciones, jeje.

PERIODO AZUCHI-MOMOYAMA (1568-1603)
 Entre 1485 y 1581 los ninjas de Iga y Ueno eran especialmente apreciados y eran requeridos para incordiar, matar, mentir y espiar por los distintos Daimyos hasta que Nobunaga Oda, uno de esos tíos más guays que el resto y gran unificador de Japón, la emprendió a tortas con todos esos celosos y malvados terratenientes y de paso dio cuenta de más de 4000 ninjas. Con el panorama un poco chungo para andar envenenado a la gente y plantándole fuego a las casas, los ninjas que quedaban se escaparon a la provincia de Mikawa, donde Tokugawa, otro de esos símbolos del Japón feudal, los trató con gran respeto y los convirtió en vasallos del clan Tokugawa terminando así sus días sin contrato fijo como mercenarios. Era evidente que de rascarse los huevos a dos manos ni hablar y Tokugawa los requirió en diversas ocasiones, como el incidente de Honnoji, cuando el poderoso señor se vio obligado a regresar antes de tiempo a casa de una visita en Sakai y los ninjas le ayudaron limpiando los caminos de bandidos, siendo su guía y protector el famoso shinobi Hattori Hanzo del que se decía tenia poderes mágicos como la teletransportación y grandes poderes psíquicos para doblegar las mentes de sus adversarios… Desde luego, ahora me explico lo de los mangas de Ninjas que vuelan, desaparecen en la nada  y pelean épicamente contra toda clase pintorescos adversarios. 



SHOGUNATO TOKUGAWA (1600-1868)
 Después de ser traicionado por uno de sus generales, que obligó a hacer seppuku a Nobunaga Oda (osease, rajarse las tripas) el Japón quedó libre para que Tokugawa mostrase sus dotes viriles a todos los japoneses y estableciese un relativamente tranquilo shogunato de más de 250 años donde la actividad de los ninjas decreció enormemente. No así su leyenda que comenzó a mezclarse con diversos mitos que convenían a Tokugawa que los tenia de guardaespaldas en su castillo y “cuidaban” especialmente de sus concubinas. Durante esta época se vieron las últimas acciones de los ninjas ya mezclados entre las tropas regulares para hacer número y que su canto del cisne se produjo durante la rebelión de Shimabara, si, donde veraneaba Shin-Chan…
 Allí, un levantamiento de campesinos conversos católicos ocuparon el castillo de Shimabara y fueron los ninjas los encargados de entrar en el castillo y proporcionar informes detallados de contraseñas, dimensiones de los fosos, de las estructuras y de decir que la gente dentro se estaba quedando sin provisiones y que lo bueno era atacar.
 Así hasta nuestros días donde se considera por los expertos de la materia a Jinichi Kawakami, director honorario del museo de Iga como al último ninja, pues es el vigesimoprimer Soke de Koka-ryu Hanto, o lo que es lo mismo, Ninjitsu de Iga y Koga. Y que es un señor de 60 años que tiene pinta de doblar uranio con las cejas o alguna mística habilidad de esas. 


Jinichi Kawakimi, el último ninja, imagínate dejar embarazada a su hija y no querer saber nada del asunto.


ORGANIZACIÓN Y ADIESTRAMIENTO
 La estructura clásica de las organizaciones shinobi estaba compuesta por tres rangos. Los lideres o Jonin que eran los que mantenían contacto con quien quería contratarlos y cerraban los acuerdos, los sublíderes o Chunin y luego estaba la vil tropilla o Genin que eran los que se encargaban de las “tareas” requeridas por los contratantes.
El adiestramiento de estos agentes, guerreros, espías, saboteadores, etc. Comenzaba desde la infancia, un niño nacido en el seno de una familia ninja se adiestraba no solo en las artes marciales y el uso de toda clase de armas de la época, si no también debía saber hacer venenos y explosivos, así como convertirse en maestros del disfraz. Tratad de imaginar a un ninja contratado para sabotear a un Daimyo y que tuviese que ganarse la confianza del clan de ese terrateniente para eliminarlo o violarle a las concubinas. Pues vestido de negro con una capucha, unas estrellas ninjas, una katana a la espalda y mirando aviesamente a todo el mundo, mucho éxito no tendría en su misión, ¿no? Tampoco se descuidaba su aspecto físico así como la condición mental, un ninja no debía temer a la muerte o a sus captores y se les enseñaba a sobrevivir en campo abierto con lo que se obtenía a guerreros muy capaces y seguro que en algunos casos a auténticos fanáticos con una jaula de palomas en vez de cerebro, pero ese era el objetivo. Y por cierto, existían mujeres ninja, llamadas Kunoichi, no adiestraban tan duramente como los hombres pues ellas debían valerse también de su belleza para introducirse en el castillo de turno como sirvientas, bailarinas o lo que fuese menester y envenenar al Daimyo con sus pócimas y brebajes, ¡o lo que fuese menester!   


 Y ahora mi aspecto favorito sobre estos maestros de la guerra de guerrillas y el subterfugio, el halo romántico, místico y erróneo que el cine y cierta literatura les ha otorgado. Los ninjas han sufrido desde los años 60 en que Bruce Lee popularizo las artes marciales en occidente, toda clase de suertes, convirtiéndose en poco más que espectros nocturnos que van dejando cadáveres a su paso y que dieron hasta con unas Tortugas Ninja con nombres de pintores y artistas renacentistas italianos.
 Así pues un ninja en una película canta como un faro de costa por la noche, pues es un tipo generalmente malvado que va vestido de negro, tocado de una capucha y lanzando shurikens como si fuesen misiles mientras realiza toda suerte de acrobacias que en la vida real no sirven de nada, como por ejemplo los de la desfasadísima aunque entretenida película Ninja Assasin, donde un clan oculto durante generaciones en las montañas del Japón adiestra máquinas de matar impertérritas, hasta que uno se revela y lo persiguen su propios hermanos que de ninjas ya poco y de robots espectrales mucho, sombras que disparan estrellas y se curan cortes brutales con las energías interiores místicas que su maestro les ha transmitido.

 Ahora que también tenemos al ninja bueno, Michael Dudikoff, protagonista de las lamentables aunque entrañables películas de la Golan, American Ninja, donde estos guerreros infalibles lanzaban hasta rayos laser y que nuestro querido protagonista tenía que detener usando las artes ninja aprendidas de un místico maestro que después le aparecía en visiones animándolo a superar los difíciles retos. 


Y esto es lo que cree Hollywood sobre los ninjas.


 Por supuesto, su país de origen, Japón y con el manga como baluarte tampoco ha podido resistirse a usar como han querido el buen nombre de estos peligrosos y astutos guerreros, con toda suerte de series y comics donde por supuesto un ninja adolescente con una ridícula mascota debe hacer frente a un pléyade de tipos raros vestidos de maneras indefendibles y que poco o nada tienen que ver con la realidad.

 En fin, Ninjas, Shinobi-no-mono, Kanjas, Rappas o como queráis llamarles, los letales y famosos guerreros del país del sol naciente y sobre los que espero haber arrojado algo de luz.






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