El ninja, ese perfecto desconocido cuya historia es un rosario de nombres y misterios misteriosos se popularizó a partir de los años 60 gracias a Michael Dudikoff, la Golan Globus, Bruce Lee y principalmente a una mitificación sobre sus aptitudes para la guerra que dieron como resultado una suerte de superguerrero invisibles cual Depredador que eliminaba a la gente con nunchakus, cadenas y shurikens los cuales usaban con una destreza sobrehumana pues lo único que hacían era entrenar como bellacos el arte del Ninjitsu y según la ignorante cultura popular moderna ni comían, ni dormían, ni copulaban, ni nada, solo matar silenciosamente.
Si te llamas Scott Adkins puedes ser la clase de ninja que sea. |
Conocidos como Ninjas
o Shinobis, eran un grupo paramilitar de mercenarios que dominaban el
asesinato, el espionaje, el sabotaje, el reconocimiento y la guerra de
guerrillas para dar por culo desestabilizar al enemigo, artes en las que
empleaban toda clase de armas, venenos, pócimas y disfraces. Eran adversarios temidos y usados sobre todo por los Samurais, cuyos fuertes códigos
de honor les impedían atacar a lo perrilla y espiar a las chicas gentes, los
reclutaban y adiestraban desde las
castas sociales más bajas para estos trabajos sucios.
Sus orígenes son
inciertos, aunque las fuentes más veraces los datan a partir del siglo VI de
nuestra era hasta el comienzo del shogunato Tokugawa (1600-1868) siendo su
momento estelar el periodo Sengoku (1467-1568).
La palabra ninja se
usaba en el Japón feudal para referirse a los practicantes del Ninjitsu, que
viene siendo más o menos “el arte de escabullirse” o “el arte del sigilo”. A
partir de la II Guerra Mundial se volvió más recurrente pues era más fácil de
pronunciar para los occidentales que shinobi o shinobi no Mono. Para aumentar
su misterio y leyenda, en su propia casa ya no sabían ni cómo llamarlos y se les
conocía según región y época de maneras diferentes siendo los más populares los
nombres de Shinobi, Kanja, Rappa, Ukami o Suppa. Pero había más, muchas más había.
Como todo lo antiguo
y sobre todo si es asiático, que te otorga un aire místico y zen cojonudo para
ligar, el origen de los ninjas es algo espeso e incierto que según muchos académicos
data de entre el 500 y el 300 antes de Cristo como una plagio adaptación de los
preceptos del capítulo 13 de El Arte de la Guerra de Tsun Tzu, este versa sobre
el espionaje y fue tomado como credo por algunos lunáticos para guerrear
por ahí adelante y era conocido como Ninpo, si bien hasta el siglo VI después
de Cristo el príncipe Shotoku no comenzó a usar el espionaje y las técnicas del
Ninpo para espiar a las chicas buenas gentes del Japón. Otros directamente los datan
sobre el siglo XV del Japón feudal más violento y cañero. Donde más falta hacían
vamos.
Una racioncita de shurikens sabrosos.
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Monje Komuso, habitual disfraz de los ninjas para pasar
desapercibidos.
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SHOGUNATO KAMAKURA (1192-1333)
Minamoto no Yorimoto,
del que no haré ningún chiste por obvio, ganó las guerras Genpei y se
autoproclamó shogun en 1192, un shogun era el jefe del lugar, meándose incluso
en el Emperador de lo largo que era su falo, estableciendo un gobierno militar que duraría
700 años durante los cuales, los ninjas vieron nacer su época dorada. En
esos largos siglos, 25 fueron las escuelas para jóvenes aspirantes a ninjas que
se crearon sobre todo en las provincias de Iga y Koga, que le echaron huevos a
la más antigua de Japón, la Yoshitsune-Ryu, que junto con la escuela
Kusonoki-Ryu sentaron las bases del ninja moderno enfocando sus actividades y
enseñanzas al ataque directo, el espionaje y el ataque por sorpresa.
Fue entonces cuando
el emperador Go-Daigo quería demostrar que él también era un chico grande e intentó recobrar el poder en Japón y
decirle a los Shogunes que su hombría era superior y todo eso. La consecuencia
fue una larga guerra y que un ninja de los buenos le quemase el castillo de
Hachimanyama por espabilado. En la crónica Taiheiki sobre el suceso hablaban así
de la destacada actuación del Shinobi en cuestión “... la caída de éste castillo beneficiaría a los
enemigos de la Corte del Sur[...] Una noche, bajo el cobijo de la lluvia y el
viento, Hachimanyama fue alcanzado por un muy diestro shinobi que le
prendió fuego al templo”. También se hace referencia en ese documento a otro
acto de sabotaje por parte de un ninja al castillo Ototsu, solo que éste había
sacado malas notas en la escuela y lo pescaron haciendo su fechoría.
Japón bajo el terror de los monstruos. Guerras Genpei.
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PERIODO
SENGOKU (1467-1568)
Durante la
guerra de Onin que desembocó en la turbulenta etapa Sengoku (Periodo de los
estados en guerra) los ninjas vivieron una época decisiva ya que los poderosos
terratenientes locales empezaron a usarlos en sus luchas de poder y así espiar,
matar, sabotear y agitar a sus enemigos en sus propias provincias y casas.
Takeda Shingen y Uesugi Kenshin, dos tipos
importantes de la época y que se llevaban muy mal tiraron de ninjas asiduamente
para espiarse y aquello debió de ser como la Securitate, ya no te podías fiar
ni de tu sombra. En esta época se ganaron un gran respeto como profesionales
del Ninjitsu transmitiendo sus grandes conocimientos de generación en generación.
Como consecuencia de este afán y alentados por
las leyendas y las exageraciones varias, los terratenientes o Daimyos del Japón
comenzaron a cagar el kilo cada vez que escuchaban la palabra Shinobi y para
defenderse de sus ataques silenciosos y sabotajes comenzaron a preparar sus
mansiones y castillos con puertas secretas, pasadizos para la pronta actuación
de los guardias o suelos en los que era virtualmente imposible no hacer ruido
como el del castillo Nijo, invento al que se llamó “piso del ruiseñor”, tal era
el temor a estos hábiles guerreros.
Aparte y según
el nivel de paranoia del Shogun de turno, se tomaban medidas extremas como
vestir a los invitados con ropas sueltas que iban rozando en todos sitios y
ralentizaban las acciones de quien los portaba. Con todo fueron pocos los
Daimyos que se libraron de las intentonas de los ninjas y según muchos, lo
propio era estar en compañía de un par de generales de confianza, incluso a la
hora de hacer feliz a la señora… Me estoy empezando a hacer una idea de porque
los japos son tan pervertidos.
Nadie descubrirá mis malvadas intenciones, jeje.
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PERIODO
AZUCHI-MOMOYAMA (1568-1603)
Entre 1485 y 1581 los ninjas de Iga y Ueno
eran especialmente apreciados y eran requeridos para incordiar, matar, mentir y
espiar por los distintos Daimyos hasta que Nobunaga Oda, uno de
esos tíos más guays que el resto y gran unificador de Japón, la emprendió a
tortas con todos esos celosos y malvados terratenientes y de paso dio cuenta de
más de 4000 ninjas. Con el panorama un poco chungo para andar envenenado a la
gente y plantándole fuego a las casas, los ninjas que quedaban se escaparon a
la provincia de Mikawa, donde Tokugawa, otro de esos símbolos del Japón feudal, los trató con gran respeto y los convirtió en vasallos del clan Tokugawa terminando
así sus días sin contrato fijo como mercenarios. Era evidente que de rascarse
los huevos a dos manos ni hablar y Tokugawa los requirió en diversas ocasiones,
como el incidente de Honnoji, cuando el poderoso señor se vio obligado a
regresar antes de tiempo a casa de una visita en Sakai y los ninjas le ayudaron limpiando los
caminos de bandidos, siendo su guía y protector el famoso shinobi Hattori Hanzo
del que se decía tenia poderes mágicos como la teletransportación y grandes
poderes psíquicos para doblegar las mentes de sus adversarios… Desde luego,
ahora me explico lo de los mangas de Ninjas que vuelan, desaparecen en la nada y pelean épicamente contra toda clase
pintorescos adversarios.
SHOGUNATO
TOKUGAWA (1600-1868)
Después de ser traicionado por uno de sus
generales, que obligó a hacer seppuku a Nobunaga Oda (osease, rajarse las tripas) el Japón quedó libre para
que Tokugawa mostrase sus dotes viriles a todos los japoneses y estableciese un
relativamente tranquilo shogunato de más de 250 años donde la actividad de los
ninjas decreció enormemente. No así su leyenda que comenzó a mezclarse con
diversos mitos que convenían a Tokugawa que los tenia de guardaespaldas en su
castillo y “cuidaban” especialmente de sus concubinas. Durante esta época se
vieron las últimas acciones de los ninjas ya mezclados entre las tropas
regulares para hacer número y que su canto del cisne se produjo durante la rebelión
de Shimabara, si, donde veraneaba Shin-Chan…
Allí, un levantamiento de campesinos conversos
católicos ocuparon el castillo de Shimabara y fueron los ninjas los encargados
de entrar en el castillo y proporcionar informes detallados de contraseñas,
dimensiones de los fosos, de las estructuras y de decir que la gente dentro se
estaba quedando sin provisiones y que lo bueno era atacar.
Así hasta nuestros días donde se considera por
los expertos de la materia a Jinichi Kawakami, director honorario del museo de
Iga como al último ninja, pues es el vigesimoprimer Soke de Koka-ryu Hanto, o lo
que es lo mismo, Ninjitsu de Iga y Koga. Y que es un señor de 60 años que tiene
pinta de doblar uranio con las cejas o alguna mística habilidad de esas.
Jinichi Kawakimi, el último ninja, imagínate dejar embarazada
a su hija y no querer saber nada del asunto.
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ORGANIZACIÓN
Y ADIESTRAMIENTO
La estructura clásica de las organizaciones
shinobi estaba compuesta por tres rangos. Los lideres o Jonin que eran los que mantenían
contacto con quien quería contratarlos y cerraban los acuerdos, los sublíderes
o Chunin y luego estaba la vil tropilla o Genin que eran los que se encargaban
de las “tareas” requeridas por los contratantes.
El adiestramiento de estos agentes, guerreros, espías,
saboteadores, etc. Comenzaba desde la infancia, un niño nacido en el seno de una
familia ninja se adiestraba no solo en las artes marciales y el uso de toda
clase de armas de la época, si no también debía saber hacer venenos y
explosivos, así como convertirse en maestros del disfraz. Tratad de imaginar a
un ninja contratado para sabotear a un Daimyo y que tuviese que ganarse la
confianza del clan de ese terrateniente para eliminarlo o violarle a las concubinas. Pues vestido de negro con una capucha, unas estrellas ninjas, una katana a la
espalda y mirando aviesamente a todo el mundo, mucho éxito no tendría en su misión,
¿no? Tampoco se descuidaba su aspecto físico así como la condición mental, un
ninja no debía temer a la muerte o a sus captores y se les enseñaba a
sobrevivir en campo abierto con lo que se obtenía a guerreros muy capaces y
seguro que en algunos casos a auténticos fanáticos con una jaula de palomas en
vez de cerebro, pero ese era el objetivo. Y por cierto, existían mujeres ninja,
llamadas Kunoichi, no adiestraban tan duramente como los hombres pues ellas debían
valerse también de su belleza para introducirse en el castillo de turno como
sirvientas, bailarinas o lo que fuese menester y envenenar al Daimyo con sus pócimas
y brebajes, ¡o lo que fuese menester!
Y ahora mi aspecto favorito sobre estos
maestros de la guerra de guerrillas y el subterfugio, el halo romántico, místico
y erróneo que el cine y cierta literatura les ha otorgado. Los ninjas han
sufrido desde los años 60 en que Bruce Lee popularizo las artes marciales en
occidente, toda clase de suertes, convirtiéndose en poco más que espectros
nocturnos que van dejando cadáveres a su paso y que dieron hasta con unas
Tortugas Ninja con nombres de pintores y artistas renacentistas italianos.
Así pues un ninja en una película canta como
un faro de costa por la noche, pues es un tipo generalmente malvado que va vestido de
negro, tocado de una capucha y lanzando shurikens como si fuesen misiles mientras realiza toda suerte de
acrobacias que en la vida real no sirven de nada, como por ejemplo los de la
desfasadísima aunque entretenida película Ninja Assasin, donde un clan oculto
durante generaciones en las montañas del Japón adiestra máquinas de matar impertérritas,
hasta que uno se revela y lo persiguen su propios hermanos que de ninjas ya
poco y de robots espectrales mucho, sombras que disparan estrellas y se curan
cortes brutales con las energías interiores místicas que su maestro les ha
transmitido.
Ahora que también tenemos al ninja bueno,
Michael Dudikoff, protagonista de las lamentables aunque entrañables películas
de la Golan, American Ninja, donde estos guerreros infalibles lanzaban hasta
rayos laser y que nuestro querido protagonista tenía que detener usando las
artes ninja aprendidas de un místico maestro que después le aparecía en
visiones animándolo a superar los difíciles retos.
Y esto es lo que cree Hollywood sobre los ninjas.
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Por supuesto, su país de origen, Japón y con
el manga como baluarte tampoco ha podido resistirse a usar como han querido el buen
nombre de estos peligrosos y astutos guerreros, con toda suerte de series y
comics donde por supuesto un ninja adolescente con una ridícula mascota debe
hacer frente a un pléyade de tipos raros vestidos de maneras indefendibles y
que poco o nada tienen que ver con la realidad.
En fin, Ninjas, Shinobi-no-mono, Kanjas, Rappas o como queráis
llamarles, los letales y famosos guerreros del país del sol naciente y sobre
los que espero haber arrojado algo de luz.
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