Puede sonar a la típica batalla campal entre vecinos mal cabreados, pero fue la continuación de la famosa batalla de las Termópilas, sí, esa donde unos trabajados cuerpos espartanos (bien untados en aceite de coco) plantaron cara a Jerjes I (un afeminado persa que deseaba comerse a besos a los espartanos).
Tras la dolorosa derrota de las "Termópilas" y otra llamada "Artemisio", a los griegos no les quedó otro remedio que subirse a sus buques y desear que los persas tuvieran un mal día... y así sucedió. Gracias a esta batalla el mundo griego clásico pudo continuar, para que los romanos pudieran
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